José Antonio Nieves Conde, nacido en Segovia, en 1911, falleció ayer en Madrid, a los 94 años de edad. Fue uno de los realizadores más insignes de nuestro cine, poco o mal conocidos, cuestionan la tesis del "páramo cultural" o del "tiempo de silencio". Su hijo, Luis Nieves, afirmó que el segoviano falleció "plácidamente" después de leer "unos cuantos periódicos"…hecho que habla bien de su fortaleza moral.
Su film más notable y reconocido, Surcos (1951) no era "neorrealista", era una superación del neorrealismo. Era una especie de metalenguaje del neorrealismo. Resultaba paradójico que el arte español, caracterizado desde siempre por el realismo (el "materialismo español" del que habló María Zambrano) tuviese que imitar precisamente una corriente italiana. No fué así.
Solamente la ceguera de nuestros políticos y responsables cinematográficos (comisarios políticos, ministros, críticos, cinéfilos adiestrados &c) continúa impidiendo que el cine de Nieves Conde haya alcanzado una notoriedad justa, cerca de la que disfrutan Bardem, Berlanga o Saura, todos ellos socialistas sin tacha.
Como botón sirva la crónica que servía la Razón con motivo del óbito. "El autor de 'Surcos', escribía el autor de la crónica, -un filme demoledor sobre la España franquista que logró estrenarse en 1951 gracias a que el cineasta militaba en Falange". En realidad, la ideología de Surcos es coherente con la militancia falangista de Nieves Conde, aunque Tomás García Yebra (autor del artículo en La Razón) da a entender que la pertenencia a Falange constituía una especie de accidente o motivo oportunista. El propio realizador segoviano declaraba: "Algo de mi procedencia falangista hay en Surcos, que responde a un tipo de cine social ligado a mis añejas y desilusionadas preocupaciones políticas". Para cualquiera que conozca, siquiera la superficie de la historia del "franquismo", estas palabras le resultarán al menos familiares. Era evidente que después de la creación del Movimiento Nacional de la Falange Tradicionalista y de las JONS –en el que resultaron refundidos conservadores, monárquicos, Iglesia y ejército- las tesis "sociales" falangistas –que mucho tenían de izquierda política- fueron paulatinamente orilladas en la política práctica del régimen.
Arrimar a los autores de "derechas" hacia la izquierda es una táctica frecuente entre los intelectuales, cineastas y críticos cinematográficos españoles. Han aplicado esta táctica con Sáenz de Heredia, Mihura, Neville…y destacadamente con Nieves Conde, al que una buena parte de la medio analfabeta crítica hispana ha conseguido presentar como un autor esencialmente "de izquierdas" -en lo que hay cierta parte de verdad, siempre que comprendamos el vínculo entre falangismo e izquierda política. En una comunicación al XI Congreso de historiadores de cine, con el significado título de El hombre y el páramo en los años 50 y 60 leemos: "Es sabido que pese a la filiación falangista del director, la película no consiguió tener las máximas prebendas franquistas". Y encontramos la misma cantinela en otro trabajo de Amparo Guerra Gómez titulado Las heridas abiertas de la paz. Clases y espacios sociales de la
La crítica "social" de Surcos era debida precisamente al falangismo de Nieves Conde, y no sólo a la "filiación comunista" tan bien representada en las conversaciones de Salamanca –por otra parte organizadas dentro del sindicato falangista SEU- en las que participaron, en efecto, muchos socialistas.
Nieves Conde realizó muchas otras películas, incluyendo algunos pinitos en el "destape". Destacaron entre todas Balarrasa (1951), film de gran éxito en el que retrata las contradicciones entre Imperio e Iglesia, así como Todos somos necesarios (1956) una parábola cinematográfica muy crítica -típicamente falangista- con el egoísmo capitalista.
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