Una gesticulante
versión cinematográfica del asesinato del célebre líder revolucionario profesional a cargo de
Joseph Losey, que también probó suerte con el cine político de temática española en
Las rutas del sur. En general, la cinta posee el tono apologético esperado, presentando el trotskismo como el representante honrado de la revolución. Richard Burton, por su parte, apenas consigue imprimir un tono involuntariamente cómico al personaje.
Lo más destacable del film es el empleo que hace Losey de la fiesta taurina como metáfora del estalinismo -y acaso también de la bestialidad hispánica...
El búnker de Trotsky es conservado actualmente como
una casa museo.


Leon Trotsky: "Es duro vivir con un revolucionario".
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