sábado, abril 22, 2006

Malinowski en las Hurdes

«Este ensayo cinematográfico de geografía humana fue rodado en 1932, poco tiempo después del advenimiento de la República española. En opinión de los geógrafos y de los viajeros, la comarca que van a visitar,llamada Las Hurdes, es una región estéril e inhóspita, en la que el hombre está obligado a luchar, hora a hora, por la subsistencia.»
Sin duda una de las películas político-documentales señeras del cine español es Tierra sin pan (Luis Buñuel, 1932). Me propongo describir mis muy revisables y criticables primeras notas e impresiones sobre esta obra. Su título, por cierto, ya evoca una de las obras más conocidas del anarquismo, La conquista del pan, de Kropotkin, libro ampliamente conocido e influyente en la España de entonces.

Desde su rodaje y estreno se han arrojado muchas dudas sobre la autenticidad de la película. Al parecer, muchos de los elementos supuestamente «reales» del film en realidad fueron cuidadosamente planeados por sus realizadores. El propio Buñuel habría mandado arrojar una cabra por un terraplen en una de las escenas más célebres…

Originalmente muda, a la película se le añadió una voz en off bajo el fondo (insoportable, a mi parecer) de la cuarta sinfonía de Brahms. Además, se añadió este llamativo epílogo una vez comenzada la contienda civil:
«La miseria que esta película viene a mostrarnos no es una miseria sin remedio. En otra regiones de España, montañeros, campesinos y obreros consiguieron mejorar sus condiciones de vida asociándose, ayudándose mutuamente, reivindicándose cerca de los Poderes Públicos. Esta corriente que llevará al Pueblo hacia una vida mejor, orientará las últimas elecciones y dará lugar al nacimiento de un gobierno del Frente Popular. La rebelión de los generales ayudados por Hitler y Mussolini debía restablecer el privilegio de los grandes propietarios, pero Obreros y Campesinos de España vencerán a Franco y sus cómplices. Con la ayuda de los antifascistas de todo el mundo, la calma, el trabajo, la felicidad, darán lugar a la guerra civil y harán desaparecer para siempre los miserables hogares que este film os ha mostrado.»
Yo diría que la película juega a varias bandas, en cuanto al estilo. Por una parte, pretende adscribirse al realismo periodístico propio del género documental, al querer ofrecernos una visión casi «científica» de la vida en las Hurdes, con lo que también se acercaría al cine documental antropológico o etnológico. Luis Buñuel califica su propia obra, tal como se dice al inicio, como «ensayo cinematográfico de geografía humana». Por otra parte, no hay duda sobre su intencionalidad crítica e ideológica, vecina al espíritu partidario del cine político. Por último, el film no deja de ser, al fín y al cabo, una pieza maestra del surrealismo (tercera película del aragonés, rodada tras Un perro andaluz y La edad de oro), con abundancia de temas estéticos y filosóficos que siempre estarán presentes en el cine de Luis Buñuel.

En cuanto a su dimensión pseudo-etnológica, esta aparece muy subrayada en la narración de la voz en off. Desde el principio el film da la impresión de un cierto distanciamiento «científico» con el material que va a tratar. Semejantes impresiones de los espectadores maliciosos se verán rápidamente ratificadas por la mención al barbarismo de las costumbres y fiestas comunitarias de los hurdeños. Buñuel se acerca a las hurdes como un cineasta, como un etnólogo y como un periodista. Nos recuerda a un Malinowski llegado de la residencia de estudiantes: «Entre la multitud, vemos a este niño ricamente adornado con medallas de plata. Aunque sean medallas cristianas,no podemos dejar de pensar en los amuletos de los pueblos salvajes de África y de Oceanía.». La metáfora no puede ser más expresiva, no ya tanto porque refleje la realidad hurdeña, sino por lo mucho que dice sobre los reflejos mentales e intelectuales del propio Luis Buñuel. En otro lugar, para dar cuenta de lo que la cámara registra, dice el narrador: «El realismo de un Zurbarán o de un Ribera, se queda muy por debajo de semejante realidad».

No faltan los ataques a la Iglesia («Lo único lujoso que hemos encontrado en Las Hurdes son las iglesias») y a la moral burguesa, reaccionaria y conformista, como cuando dirige su mirada al lema escrito en una pizarra escolar por un niño hurdeño: «respetad los bienes ajenos».

En definitiva, un film estimable como obra imaginativa y de estirpe surrealista, pero manipulador y tendencioso en lo político y en lo filosófico.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una cosa tengo clara sobre este filme, es que la clave del mismo se encuentra en la utilización de la realidad como un elemento surrealista de primer orden, ese mostrar la cruda y texturada realidad de los hurdanos, pero tratados desde el punto de vista del aragonés.
En cuanto a la manida discusión entre si es o no documental, podríamos estar mil años discutiendo, pero para mí un documental es aquel en el que los seres o cosas existen en la realidad afílmica independientemente de que vayan o no a ser filmadas, que se diferencia de la diégesis en que esta última es un mundo creado exclusivamente para ser filmado. Aunque esto puede también abrir cierto debate, ya que existen filme que son mezcolanzas de ambos.

Anónimo dijo...

Sí, estoy bastante de acuerdo. Aunque aquí aparece una nueva cuestión, ¿en qué medida es posible la "neutralidad" cinematográfica? Me refiero a la "neutralidad" que pide el género documental. Salvando las distancias, se podría comparar esto con el principio de indeterminación y las dificultades de algunas ciencias para separar observador y observado, sujeto y objeto, o investigador y materia. Además, cuando hablamos de "cine político", una de las cosas que yo tengo más claras es que el cine político no es nada "neutral" o "documental", no se limita a "documentar" la realidad, sino que influye en ella, la codetermina.

Saludos