Ignacio F. Iquino (1910-1994), director de películas tan destacadas como Busco tonta para fín de semana, La zorrita en biquini o El sistema Pelegrín, es el responsable de este remedo de thriller sobre jóvenes rebeldes sin causa, hispánico modo. La película no tendría la menor importancia a no ser por un par de detalles. Los carteles pintados en un bar de «música moderna»; con títulos como «Nosotros no tenemos la culpa de lo que hicieron nuestros padres», «¡Trabajar es anatema!, ¡Queremos divertirnos!, ¡Que trabajen las máquinas!» o «Tenemos un himno: el Rock&Roll, y un objetivo: la luna. ¿No es bastante?». Y, ante todo, este discurso que enjareta una voz en off al principio de la película, en lo que sin duda parece un añadido del censor:
«He aqui el escenario, la urdidumbre de cualquier gran ciudad del mundo. Entre sus tentáculos de cemento, entre el humo y el estrépito, la aglomeración y el desasosiego, acosada y tentada por las más bajas solicitudes de la corrupcion espiritual, alientan extensos núcleos de una juventud sin ideales. Los esfuerzos realizados por los estadistas y las entidades seculares para arropar el desangelamiento moral de las nuevas generaciones sin amor al pasado ni fe en el futuro, que viven como en un estado de angustia nacido del caos que provocó la ultima contienda universal, no han bastado para evitar que, junto a una juventud que se prepara para construir un mundo mejor, enardecida de nobles ambiciones, se agite y se consuma en el nirvana de su desaliento, y en los percances morbosos de cada dia, otra juventud que vive a la intemperie.»
Semejante pieza maestra de floristería parroquial es imposible, a nuestro entender, que haya podido ser ideada por el realizador de La zorrita en biquini.
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